Acciones delictivas, conflictos o situaciones de corrupción, han llevado a que históricamente muchas regiones de América Latina sean caldo de cultivo para que sus líderes terminen en la cárcel, el cementerio o lejos de casa, conminados al olvido.
Muchos dirigentes se resisten a entenderlo e insisten en seguir, más allá de señalamientos o culpas, advertir que “lo mismo lleva a lo mismo”, es asumir: ¿o seguimos así o cambiamos?.
Responsables o no, más allá de ideologías; de buenos o malos, se hizo costumbre que hacer política represente ser blanco de ataques, rivalidades, conflicto de intereses o represalias, “la guerra sin armas”.
No cabe duda, en la cárcel, el cementerio o el escondite, hay inocentes e infractores, es decir, nuestros sistemas judiciales son frágiles y permisivos con: hogares destruidos, persecución, insensatez, verdades, mentiras, señalamientos, injurias, calumnias, pruebas falsas y sistemas construidos con el corazón y sin la razón.
¿Vale la pena participar en política?, es como en la vida, nadie va a salir vivo y, si la muerte, la soledad y el olvido contribuyen, la respuesta es sí, ahora: “procurar consensos es entender lo que quieren las mayorías”.
Ni modo, siempre habrá amenazas a la estabilidad de una región o país, conflictos con los gobiernos, siempre tendremos motivos, se trata de dejar un mundo mejor a los que vienen en camino.
Ojalá hagamos compromisos con la equidad; los que deben que paguen, los que usan el derecho lo conviertan en justo, menos rígido y limitado, al final del día nuestros ciudadanos, no creen en el sistema radial acusatorio, tienen criterio y entienden que es verdad y que no, “el que se quiera mentir que se engañe”.
Por: Freddy Serrano Díaz
Estratega Político