La editorial Planeta celebrará el primer medio siglo de la novela “Cien años de soledad” con una edición ilustrada de la obra cumbre del premio nobel colombiano Gabriel García Márquez, en la cual está involucrado su hijo Gonzalo García Barcha.
En un comunicado, el grupo explicó hoy que, a través del sello Diana, la edición será ilustrada por la artista chilena Luisa Rivera con la tipografía Enrico, creada en especial para el libro por García Barcha.
“Cien años de soledad” fue publicada el 5 de junio de 1967 por la Editorial Sudamericana y desde entonces causó una explosión de emociones y se convirtió en un superventas, a pesar de que su autor era un colombiano residente en México poco conocido.
“Además de la edición rústica, habrá una más en tapa dura limitada a cuatro mil ejemplares que llegará a librerías mexicanas en el mes de junio; en esta publicación de colección, las letras capitulares también estarán adornadas por Luisa Rivera”, explicó Planeta.
Otra de las peculiaridades del volumen es que las ilustraciones fueron troqueladas como si tuvieran gotas de lluvia que permiten ver las letras del texto y adivinar los peces dorados tejidos por el coronel Aureliano Buendía, uno de los personajes clave de la obra.
La editorial recordó que la novela es una parábola sobre la historia humana y una visión de Latinoamérica, reseñó Efe.
“Como un río desbordante, a lo largo de un siglo se entretejerán sus destinos por medio de sucesos maravillosos en el fantástico pueblo de Macondo, en una narración que es la cumbre indiscutible del realismo mágico y la literatura del boom”, dijo sobre la novela.
Además de ser reconocida como una de las principales joyas de la literatura universal, “Cien años de soledad” es recordada por comenzar con uno de los primeros párrafos más hermosos de obra alguna en idioma español.
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos…”