Camuflar la incapacidad para gobernar, alentando la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente es otra muestra más de debilidad política.
Ante los pocos resultados del actual gobierno, la idea de una Constituyente es la mejor herramienta para desviar la atención sobre la baja ejecución, el incumplimiento de promesas, la torpeza administrativa, el deterioro de la seguridad, los escándalos de corrupción y un largo etcétera. De allí que encuestas como el Opinómetro de Datexco arrojen un 63 % de desaprobación del gobierno Petro y su gestión.
Pese a que el presupuesto general de la nación alcanza cifras históricas, contrasta con la baja ejecución presupuestal. Por ejemplo, en materia de inversión, de enero a junio de 2024, se ejecutó aproximadamente 36,6 % del presupuesto (sin contar la deuda). Esto es 2,4 % por debajo del promedio de los últimos 23 años, que era de 39 %, según publica El Espectador basado en el informe Investigaciones Económicas de Corficolombiana.
El mal gobierno se siente eterno en el tiempo y a dos años de que el actual termine, Colombia entera ha de estar sometida a una discusión inútil que lo único que hará es distraer a la opinión y a la ciudadanía mientras los resultados de gobierno siguen sin observarse.
Camuflar la incapacidad para gobernar, alentando la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente es otra muestra más de debilidad política, en cuanto el gobierno con todos los instrumentos constitucionales y presupuestales con los que cuenta no ha podido y parece que no podrá demostrar que los problemas se solucionarían con el primer gobierno de izquierda o siquiera demostrar que la izquierda lo podría hacer mejor, tal como se aseguraba en campaña.
No sirvió el argumento del “golpe blando” ni menos el de bloqueo institucional, entonces era necesario acudir al argumento de la constituyente, pero para matizar, habría que decir que realmente se está es convocando no una Asamblea Nacional Constituyente sino al poder constituyente y lanzar la idea en el momento indicado, justo cuando era evidente para todo el país y para los electores del petrismo que el gobierno del cambio realmente lo que mejor sabe hacer es discursos y promesas elevadas, tan elevadas como un tren transoceánico que atraviese el Darién, o un tren elevado entre Buenaventura y Barranquilla. Realmente el país quisiera creerle a su presidente, pero desde la Alcaldía de Bogotá el actual mandatario evidenció que la administración pública y la ejecución de proyectos no es su fuerte.
Pero como todo el país sabe, así como el mismo gobierno sabe, que realmente lo que se busca es llegar a una Asamblea Nacional Constituyente, muy a pesar de la promesa hecha por el presidente en campaña de que no la convocaría, el nuevo ministro del interior, desde su primer día, en funciones informó al país que primero se intentará un acuerdo nacional como antesala a una constituyente y es cuando surgen las preguntas: ¿por qué en dos años de gobierno no se ha llegado al acuerdo nacional? ¿es el proceso constituyente otra idea mal planeada y concebida que lo único que hará es desviar al gobierno de lo que tiene que hacer? ¿es el proceso constituyente la otra vía que busca el gobierno para hacer aprobar las reformas que por negarse a acuerdos y consensos ha precipitado su archivo como lo son reforma a la salud, reforma a la educación, reforma política?
En el entre tanto de la Asamblea Nacional Constituyente y a dos años de terminar el gobierno, el país seguirá observando al presidente y a sus allegados culpando y señalando al gobierno anterior, a los gobiernos anteriores y hasta los 200 años de vida republicana como razón de los fracasos, porque más fácil es culpar a otros antes que reconocer el fracaso y la incapacidad propia.
Por: Víctor Manuel Salcedo
Representante a la Cámara del partido de la U.