Eric Hobsbawm fue uno de los intelectuales más influyentes de la segunda mitad del siglo XX, con un profundo compromiso con el marxismo y hoy, cuando hubiera cumplido cien años, su obra sigue siendo referente para nuevos movimientos de izquierdas.
Hobsbawm (1917-2012) se ganó un gran prestigio con obras como “Historia del Siglo XX” y “La Era de la Revolución”, que marcaron un hito en el estudio del auge del capitalismo industrial, el socialismo y el nacionalismo, con las que introdujo, entre otras, ideas tan influyentes como las “tradiciones inventadas.”
Nació en Alejandría, cuando Egipto formaba parte del Imperio británico, y pasó su infancia en Viena y Berlín, aunque en 1933, después de la muerte de sus padres y coincidiendo con el ascenso al poder de Adolf Hitler, se mudó a Londres con su familia adoptiva.
Tras servir como zapador en la Segunda Guerra Mundial, obtuvo su doctorado en historia en Cambridge, y desarrolló una dilatada carrera dedicada al estudio y la investigación como profesor en diversas universidades, hasta ser nombrado en 2002 presidente de la Universidad Birkbeck de Londres.
Siempre denunció las dificultades a las que se enfrentaron los académicos marxistas para avanzar en sus carreras, obstáculos que constituían una “versión débil de macartismo”, ya que, según sus palabras, “no se te ascendía en 10 años, pero nadie te echaba fuera”.
En 2014, dos años después de su muerte, documentos secretos desclasificados revelaron que él y otros historiadores miembros del Partido Comunista habían sido vigilado por los servicios secretos británicos durante 20 años durante la Guerra Fría.
Uno de los historiadores más prominentes de su tiempo, Hobsbawm escribió extensamente sobre multitud de temas, como la barbarie en la edad moderna, los problemas de los movimientos obreros, y el conflicto entre anarquismo y comunismo.
En 1936 se afilió al Partido Comunista, al que pertenecería toda su vida, aunque se mostró crítico con las invasiones soviéticas de Hungría en 1956 y Praga en 1968, firmando cartas de protesta.
En la década de los 60 y los 70 se volvió más moderado y dejó de abogar por sistemas socialistas del tipo soviético, convirtiéndose en una figura de referencia en la corriente eurocomunista.
Permaneció siempre fiel a sus ideas socialistas y sostenía que “la injusticia social todavía debe ser denunciada y combatida” ya que “el mundo no va a mejorar por sí solo”.
En una entrevista de 1994 en la cadena BBC, Hobsbawm causó revuelo al asegurar que la muerte de millones de ciudadanos soviéticos bajo Stalin habrían valido la pena si el resultado hubiera sido una auténtica sociedad comunista.
Para Hobsbawm, en el mundo actual había cristalizado la idea de la libertad como opción individualista “sin miramientos por sus consecuencias sociales”, lo que dificultaba la movilización política de la gente y su interés en objetivos colectivos.
En 2009 decía que la apuesta de la izquierda actual pasaba por un sí al mercado, pero no por una sociedad de mercado, ya que no todo debe entrar en la dinámica del mercado.
En cualquier caso, consideraba que “una de las peores cosas de la política de los últimos 30 años es que los ricos han olvidado a tener miedo de los pobres”, reseñó Efe.
Además, la izquierda se tenía que enfrentar, principalmente, a retos provocados por la globalización, como las tensiones migratorias, la uniformización cultural de los estilos de vida, y el auge de los nacionalismos.
En sus últimos años Hobsbawm vaticinó la problemática del ‘brexit’ al asegurar que un obstáculo a la Unión Europea era “el atlantismo visceral de los ingleses”.