El excanciller Helmut Kohl, al frente del gobierno alemán entre 1982 y 1998, murió hoy a los 87 años reconocido como el artífice de la reunificación alemana e impulsor clave de la integración europea.
El político cristianodemócrata murió en su casa de Ludwigshafen, en el suroeste del país, donde vivía con su mujer, Maike Richter, y alejado de la vida política prácticamente desde que en 2008 sufriera una grave caída y quedara postrado en una silla de ruedas.
Con sus cuatro legislaturas al frente del Gobierno, es el mandatario alemán que más tiempo se ha mantenido en la Cancillería alemana, a la que llegó al ganar una moción de censura frente al socialdemócrata Helmut Schmidt y de la que salió derrotado en las urnas por Gerhard Schröder.
Sus principales banderas en esos dieciséis años fueron la unidad alemana y la integración europea, dos objetivos que marcaron su trayectoria política y que hoy recordaron y elogiaron políticos de todo signo.
Kohl, subrayó la canciller Angela Merkel, tras conocerse su muerte, fue un “golpe de suerte” para el país, un político que supo aprovechar la “oportunidad histórica” de la caída del muro de Berlín para impulsar la reunificación, “la mayor obra de arte política”.
“La Europa de hoy es un producto de su visión y su tenacidad frente a enormes obstáculos”, subrayó por su parte el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, mientras las instituciones europeas lo calificaban de un “visionario” y un “aliado”, sin el que no existiría el euro.
Nació en Ludwigshafen el 3 de abril de 1930 y en 1947 se afilió a la Unión Cristianodemócrata (CDU) que ahora preside Merkel.
Del parlamento regional de Renania Palatinado pasó a presidir ese estado federado y desde allí dio el salto a la política nacional, asumiendo en 1976 las riendas del grupo conservador en el Bundestag, el parlamento federal.
En 1982 accedió a la Cancillería tras presentar una moción de censura contra el socialdemócrata Helmut Schmidt, traicionado por sus socios liberales, y un año después ganó sus primeras elecciones generales, triunfo que revalidó en 1987.
En esa legislatura forjó su figura política internacional, cuando días después de la caída del muro, en noviembre de 1989, apostó sin fisuras por la reunificación de Alemania presentando su “Plan de 10 puntos” para conseguirla.
La reunificación necesitaba apoyos firmes y Kohl reunió el del líder soviético, Mijail Gorbachov, y el del presidente de Francia, el socialista Francois Mitterand, con quien protagonizó uno de los periodos más fructíferos de las relaciones germano galas.
También contó con el apoyo del entonces jefe del Gobierno español, el socialista Felipe González, con quien mantuvo una relación de amistad y complicidad política por encima de las diferencias políticas de sus partidos.
En las antípodas de estas afinidades se colocó la británica Margaret Thatcher, quien receló y trató de obstaculizar a una nueva y fuerte Alemania.
Sobre un eje similar de alianzas pivotó también su apuesta por el proyecto europeo, la implantación de la moneda única y la ampliación al Este.
En diciembre de 1990 ganó sus terceras elecciones y cuatro años después volvió a triunfar en las urnas, pero el desgaste de dieciséis años de gobierno quedó patente en los comicios de 1998, cuando los conservadores obtuvieron su peor resultado desde 1949 y Gerhard Schröder puso fin a la era Kohl.
El ya excanciller dejó el liderazgo de la CDU y poco antes la Fiscalía inició una investigación por financiación ilegal al partido que mancharía su herencia y llevaría a Merkel, su pupila, a llamar a emanciparse del patriarca y asumir las riendas de la formación.
Importantes galardones internacionales, desde el Premio Carlomagno (1993) al Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional (1996), reconocen la trayectoria del estadista alemán, cuyo estado de salud empeoró en 2015, informa Efe.
En los últimos años, su nombre estuvo rodeado de diversas polémicas, desde los enfrentamientos entre su mujer y los hijos que tuvo con su primera esposa, Hannelore, que se suicidó en 2001; hasta las batallas judiciales para que no salieran a la luz pública unas memorias no autorizadas.