El retumbar de guitarras y baterías es habitual en el festival bogotano Rock al Parque, pero en su edición 23, que comenzó hoy, destacan la nostalgia al recordar a uno de sus referentes y el apoyo a la decisión de los organizadores de retirar la invitación al músico venezolano Paul Gillman, declarado chavista.
“Aquí venimos a divertirnos y a disfrutar. No importa si a usted le gusta el rock o el metal, la idea es gozar esto sin violencia”, aseguró a Efe Óscar Roca, asistente desde hace más de una década al festival que se lleva a cabo en el Parque Simón Bolívar.
El negro es sin duda el color protagonista en camisas, pantalones y botas, un código de vestimenta que no puede faltar en los integrantes de las bandas y en los asistentes, cuya fidelidad al festival se mantiene año tras año.
“La primera vez que vine fue algo único, y hoy lo sigue siendo, pues nos unimos todos a los que nos gusta el rock, es lo que nos apasiona sin importar las bandas que estén. Para mí, Rock al Parque se convirtió en una cita obligatoria”, dijo a Efe Santiago García, asistente al festival desde que tenía diez años de edad.
Uno de los momentos culminantes de la jornada es aquel en que los asistentes llaman “pogo”, un baile en el que el público salta bruscamente y se da puñetazos, empujones y patadas al ritmo de la melodía que se esté tocando en el momento.
Puede durar una canción entera, pero sus participantes no sienten dolor, pues lo único que tienen en mente es la música retumbante.
Artistas locales e independientes como Cobra, Umzac, Fénix y Brand New Blood han puesto la cuota innovadora en esta primera jornada con exitosos debuts en el festival, mientras que extranjeros como el español Macaco y la agrupación mexicana Panteón Rococó son algunos de los más esperados por la audiencia en lo que a otras culturas se refiere.
Sin embargo, el factor nostálgico de esta edición de Rock al Parque es el que se lleva los honores con el homenaje a Elkin Ramírez, vocalista de la banda colombiana metalera Kraken, quien falleció en enero pasado a los 54 años.
“Este homenaje debió hacerse mucho antes, porque Elkin Ramírez fue quien vendió este festival al mundo, fue el que se paró con bandas como Aterciopelados, La Pestilencia y otras más para mostrar Rock al Parque y convertirlo en lo que es hoy”, agregó García.
Por otro lado, la cancelación de la intervención de Gillman es una de las decisiones más celebradas por gran parte de los espectadores, pues sus posturas abiertamente chavistas generaron descontento frente a la posibilidad de convertir la cita rockera en una “convención política”, informa Efe.
“Fue una muy buena decisión porque esto no es una convención política sino un festival de música. Aquí el que viene lo hace para disfrutar y no para que vengan a meterle ideas raras”, manifestó a Efe José Luis, un bogotano que desde hace seis años se mantiene fiel al Rock al Parque.