Pekín alcanzó su objetivo de calidad de aire en 2017, cuando la concentración promedio en el aire de partículas sólidas PM2,5 (las más pequeñas y dañinas para la salud) se situó en 58 microgramos por metro cúbico, lo que supone un 20,5 % menos en comparación con el año anterior, informaron las autoridades.
Durante el 2017, la región de la capital disfrutó de 226 días “buenos” de calidad del aire (28 días más que en 2016), mientras que registró 23 días con una alta contaminación, dieciséis menos que el año anterior, según detalló la agencia estatal Xinhua.
“Entre los esfuerzos de control de la contaminación del aire se encuentra el derribo de calderas alimentadas con carbón, la eliminación gradual de los vehículos con altas emisiones y la mejora de la estructura industrial”, explicó un funcionario de la oficina local de protección ambiental, Li Xiang.
Las pequeñas calderas alimentadas con carbón han sido prácticamente erradicadas y sustituidas por calentadores de gas o electricidad, y la mayoría de los distritos, incluidos los del núcleo urbano de Pekín, han suspendido el uso del carbón, añadió Li, reporta Efe.
Además, desde 2013, Pekín ha cerrado seis plantas de cemento y ha clausurado o mejorado el funcionamiento de casi 2.000 empresas de impresión, fundición, fabricación de muebles y otros sectores.