La ministra de Cultura, Mariana Garcés, aseguró que confía en que la paz con las Farc genere el interés de las productoras cinematográficas por crear nuevas historias que vayan más allá de los clichés sobre narcotráfico y violencia.
Un aspecto positivo de la actual situación del sector es que “los cineastas están proponiendo otros temas”, más allá del “monotema de la droga, el narcotráfico, el conflicto y la violencia”, manifestó Garcés en entrevista con Efe.
Precisamente por eso, reconoció que el proyecto de la serie “Narcos”, de Netflix, que reproduce la vida del narcotraficante colombiano Pablo Escobar, fue uno de los “más difíciles de aprobar”.
Ella misma estaba “muy opuesta” a su realización porque trata “una herida que Colombia no ha cerrado todavía”, pero finalmente accedieron a que la serie se rodara en el país porque “forma parte de la historia” nacional.
Por ello, consideró que “la paz es muy inspiradora para los creadores. Vivir en un país que ha sido víctima durante 52 años del conflicto armado y tener la posibilidad de vivir en paz tiene que ser muy inspirador” para sacar “nuevas historias”.
A lo anterior se suma el hecho de que las productoras “entendieron que Colombia sí tiene capacidad técnica para responder a esas grandes producciones, y eso hace que se cumpla uno de los propósitos de la ley (de filmación), que es mostrar este país diverso y maravilloso (…) y ver que es un país en paz, que se puede transitar”, reflexionó.
Una de las grandes victorias del sector colombiano y un síntoma de mejora fue cuando “El abrazo de la serpiente”, ópera prima de Ciro Guerra, fue nominada a los premios Óscar en 2016.
También, el que el actor estadounidense Mark Wahlberg haya filmado en febrero pasado en Bogotá su más reciente producción, “Mile 22”.
En esa oportunidad, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, visitó el set y aseguró que “cuatro grandes películas con actores muy famosos” se rodarán este año en el país.
Aún así, Garcés reconoció que quedan retos, como mejorar “la distribución” de los filmes, ya que “la mayoría de las salas en Colombia responden a unas lógicas de mercado” que “a veces son demasiado drásticas” y que no favorecen la exposición de producciones del país.