Cada mañana, mientras el sol sube en el horizonte, una paleta de colores comienza a dibujarse en el lecho de Caño Cristales, “el río más bonito del mundo”, una maravilla natural que Colombia empieza a descubrir para el turismo tras el fin del conflicto armado con las Farc.
Las aguas mansas del río se precipitan por un escenario de rocas talladas por la corriente a lo largo de millones de años, creando formas caprichosas como los pozos circulares llamados “los ochos”, o “el coliseo romano”, por su parecido con ruinas del antiguo imperio.
Por esa deslumbrante arquitectura de piedra bajan la aguas límpidas que permiten ver el fondo multicolor formado por algas que toman diferentes tonalidades con la radiación solar, todo enmarcado en el verde de la vegetación típica del límite entre la Orinoquía y la Amazonía.
Absolutamente cristalinas, las aguas de Caño Cristales, revelan en el lecho del río un tapete de colores rojo, amarillo, violeta, azul y rosado que se intensifica cada vez que calienta el sol.
Según Javier Francisco Parra, coordinador de Cormacarena, la entidad responsable de la región de La Macarena, donde está Caño Cristales, también llamado “río de los cinco colores”, las algas que dan las tonalidades a este cuerpo de agua son las “Macarenia clavigera”, que solo existen en esa zona.
“El atractivo de esa hermosura está entre mayo y noviembre, en la época de lluvia”, explica Parra a periodistas que acompañaron al presidente Juan Manuel Santos, en una visita al lugar.
El municipio de La Macarena, en el departamento del Meta, por donde corre Caño Cristales, fue durante décadas uno de los fortines de la ahora desmovilizada guerrilla de las Farc, reporta Efe.
También hizo parte del área desmilitarizada de más de 42.000 kilómetros cuadrados que entre 1999 y 2002 autorizó el presidente de la época, Andrés Pastrana, para negociar un acuerdo de paz.