“Es más fácil hacerse elegir que gobernar”, luego prometer cambios significativos para después mantener prácticas de los antecesores.
El éxito gubernamental depende de un buen equipo, de saber escuchar y de priorizar correctamente; por otro lado el camino al fracaso se asocia con dejar todo a expensas del azar; la intuición y el olfato.
“Es más fácil hacerse elegir que gobernar”, luego prometer cambios significativos para después mantener prácticas de los antecesores, genera desilusión entre la ciudadanía y los mismos lideres, esos que frustrados comprenden: “una gestión nunca puede estar por encima del imperio de la ley”.
Llevar un mandato exitoso es muy difícil, así funcionan los sistemas políticos, solo pocos logran superar la adversidad ante la falta de cumplir las promesas electorales, se ha minado la confianza, aumenta la apatía y ha crecido un sentimiento generalizado de desencanto.
Los ciudadanos se sienten engañados y escépticos con ideologias, con la institucionalidad y con quienes la representan; impotentes y enojados ven como sus expectativas o deseos no se cumplen, mientras tanto, el liderazgo está diezmado por la dificultad para lograr consensos, la presión de los medios de comunicación, la resistencia a algunas propuestas y la dificultad para implementar planes puntuales.
Con el paso del tiempo aumentan las restricciones legales, presupuestarias o burocráticas y si elegirse requirió financiación y enganche,
gobernar bien, combina equipo, sagacidad, transparencia en la toma de decisiones y rendición de cuentas constante, mezclar la capacidad de escuchar y atender las necesidades de los ciudadanos.
Estamos frente al reto complejo de afrontar el estrés y aislamiento, la necesidad de mantener una imagen pública puede dificultar la expresión abierta de vulnerabilidad o debilidad emocional, por lo tanto, es importante que los políticos cuenten con sistemas de apoyo adecuados y a través de relaciones personales sólidas y asesoramiento profesional, gobiernen
eficientemente en cualquier situación.
Para los que creen que dirigir es simple, una vez se obtiene poder, tenemos un reto: “ratificar la autoridad es ser consecuentes con lo que pensamos, decimos y hacemos”.
Por: Freddy Serrano Díaz
Estratega Político