El que juega con candela se quema y el llamado constante a la protesta y a la movilización no tiene resultados positivos.
Crisis explícita, caos, anarquía, bloqueos, vandalismo urbano, la formula que en América Latina pone presidentes. Chile y Colombia, dos ejemplos recientes que hoy tiene en estos países a dos gobernantes de izquierda nada exitosos en su gestión, bastante cuestionados y pobres en ejecución.
Para el caso colombiano, Gustavo Petro busca continuar aplicando la fórmula de la movilización no pacifica como instrumento, esta vez no de campaña electoral, pero sí de forma de gobierno, tal vez sea esta la razón por la que constantemente el presidente alerta sobre un plan de golpe de estado, pues él mismo, en su gobierno, orquesta y convoca de manera constante a la protesta, promoviendo un ambiente de convulsión nacional, de crisis y caos institucional, ambiente en el que termina preso, pues si realmente aplicara una de las principales apuestas de su gobierno, la paz total, hasta él podría estar en paz y no en la constante paranoia de que lo quieren tumbar y no dejar terminar su mandato.
Gustavo Petro es victima de su propio invento. El ambiente de convulsión, de irrespeto a la autoridad, de no acatamiento de la ley, que vivió el país durante el paro nacional o mal llamado estallido social, en el gobierno de Iván Duque, quien no se la pasaba denunciando o alertando un golpe de estado, sirvió de plataforma para llevar a la presidencia a Petro, pero ese mismo ambiente de protesta y confrontación es lo que sume a su gobierno en un constante caos.
Nada más perjudicial para un gobierno que una sociedad donde no reina la calma y sí el caos. Lo paradójico es que dicho caos y confrontación constante es promovido directamente por el ejecutivo y sus colaboradores cercanos, pues el país no olvida al exsenador Gustavo Bolívar comprando elementos de protección para los miembros de la primera línea y su decidido y constante apoyo a esta agrupación.
El país tampoco olvida a varios de los congresistas del Pacto Histórico siendo voceros de los llamados a movilización y protesta del presidente o acompañando a los sindicados miembros de la primera línea en los procesos ante la Fiscalía, como quedó registrado en un video que muestra al senador del Pacto Histórico Alirio Uribe en su calidad de integrante de la comisión de derechos humanos acudiendo a las instalaciones de la Fiscalía en la ciudad de Palmira.
Es entonces en dicho ambiente de caos y confrontación, de irrespeto a la autoridad donde encuentran espacio estructuras criminales, para fortalecer sus acciones y atentar en contra de la población, pues como es sabido las masacres, secuestros, extorsiones siguen en aumento, la situación en las cárceles se ha salido de control y horas de pánico y terror se presentan como lo sucedido en Tuluá el pasado fin de semana o como se evidencia en los constantes paros armados decretados por agrupaciones al margen de la ley, confinando a miles de ciudadanos en sus territorios como ocurre en el Chocó.
El que juega con candela se quema y el llamado constante a la protesta y a la movilización no tiene resultados positivos. Sitiar el edificio de la Corte Suprema de Justicia sin medir las consecuencias para al final tener que ordenar al ESMAD que intervenga, fuerza policial que había sido “desmontada” como promesa de campaña, es la peor de las ideas. ¿Qué busca el presidente? ¿alimentar su imagen de gran líder popular convocando a marchas pensando que serán millones los que irán a las calles solo porque él lo pide? ¿por qué el temor con el proceso de elección de la nueva fiscal? El que nada debe nada teme y todo ese tiempo invertido en convocar y justificar marchas y protestas debería mejor ser invertido en gobernar.
Al no existir la posibilidad de reelección y al no tener nada que ocultar por los manejos de dinero de campaña, por las actuaciones de su hijo y un largo etc, ¿no debería el presidente de la República dedicarse a gobernar y hacerlo bien?, ¿no sería esta la mejor forma de pasar a la historia como el primer presidente de izquierda y como un buen presidente?
El cambio requiere tiempo, dedicación, planeación, gerencia, no solo protesta y movilización, una sociedad como la colombiana, marcada por la violencia y el dolor sí debería tener un cambio y el presidente de la República, su bancada de congresistas y más cercanos colaboradores son los primeros llamados a emprenderlo y con su ejemplo no alentar a la confrontación y sí a la paz.
Por: Víctor Manuel Salcedo Representante a la Cámara- Partido de la U