Es urgente profundizar el trabajo en relación con el impulso de políticas de mitigación y adaptación al cambio climático.
Crece la preocupación y el temor ante el desabastecimiento de agua en el país, como consecuencia del fuerte fenómeno de El Niño que está impactando el territorio Nacional. El paso del tiempo nos está trayendo temporadas de sequía más fuertes que las anteriores, que representan grandes desafíos sobre la gestión y el uso de los recursos hídricos en Colombia. Una asignatura que hemos venido reprobando y que exige del compromiso de todos.
El devastador panorama, por la intensa sequía, en distintas regiones tiene desesperadas a las comunidades, quienes se encuentran clamando por ayuda para el abastecimiento de agua. Municipios de Departamentos como Atlántico, Córdoba, Bolívar, La Guajira, Cundinamarca y Antioquia, por mencionar algunos, han iniciado las declaratorias de calamidad pública ante la escasez del preciado líquido. Solo en Albania, La Guajira, se reporta desabastecimiento de agua en 61 comunidades indígenas Wayuu.
Afectaciones a la salud, daños en los ecosistemas, pérdidas de las cosechas, incendios forestales y los disturbios sociales, son solo algunas de las consecuencias que por décadas han acompañado los inclementes episodios de sequía en Colombia. Lamentablemente, la falta de lluvias y el incremento de las temperaturas impactan en mayor medida a las poblaciones más vulnerables, que padecen por la escasez de agua y la inseguridad alimentaria. Un claro ejemplo es La Guajira, que debido a la falta de agua, se mantiene en una crisis humanitaria sistémica que recrudece la pobreza extrema y los problemas de salud.
Por consiguiente, ante un evento climático agresivo, como el actual Fenómeno de El Niño, es apremiante intensificar, en los territorios, distintas medidas para garantizar la disponibilidad del agua potable, el abastecimiento de productos agropecuarios, la asistencia humanitaria, el control de eventos como incendios y las ayudas económicas a los sectores de las poblaciones afectadas.
Si bien Colombia es un territorio con una gran riqueza hídrica, que se encuentra entre los nueve países con mayores recursos de agua en el mundo, el líquido tiene una alta tendencia a escasear, aumentando el riesgo de desabastecimiento. Es así que tenemos la obligación de implementar durante todo el año acciones en pro de la conservación del agua.
Es necesario, prioritario y urgente que la Nación, departamentos, distritos y municipios profundicen el trabajo en relación con el impulso de políticas de mitigación y adaptación al cambio climático. Así como también, de educación a las comunidades para que asuman una mayor responsabilidad en la protección y el cuidado del recurso hídrico. El agua es un recurso finito e insustituible que requiere de nuestra buena administración y cuidado.
No tener una cultura de prevención del riesgo hace que este fenómeno climático sea más difícil de afrontar, nuestras comunidades no se están preparando adecuadamente para hacerle frente a estos cambios drásticos del clima que cada vez son más frecuentes. Estos efectos del cambio climático que estamos padeciendo, son solo una pequeña muestra de lo que nos puede ocurrir si continuamos en condición de alta vulnerabilidad y de espaldas a la realidad ambiental.
Estamos ante la mayor amenaza para el medio ambiente, nuestra generación tiene el gran desafío de hacerle frente al cambio climático, desde el compromiso individual.
Por: José David Name Cardozo
Senador de la República
Partido de la U