Cuando un líder se ocupa de discursos tele transmitidos tediosos y de señalar a su antecesor, no ha entendido que debe ser la solución.
Reír a carcajadas, de manera fuerte y contagiosa o llorar sin cesar, es lo que muchos queremos hacer cuando vemos cómo incumplen algunos de nuestros dirigentes latinoamericanos.
Suelen ser especialmente divertidos o tan estúpidos, que parecen vivir en universos paralelos, gobiernan contrario a su campaña, hacen una lectura de la realidad que no existe y parecen desconocer que algún día también dejarán la posición que ostentan.
Es normal que por condición humana, a menudo crean que están haciendo las cosas bien, se basan en su propia interpretación, conocimientos o experiencia, sin embargo, contrastan con la perspectiva externa, la información adicional, según la cual cometen errores.
Para efectos prácticos ojalá comprendan que trascienden los capaces de conectar con las necesidades y aspiraciones de la gente, esos que trabajan en equipo con adversarios, los que tienen capacidad de negociación, los íntegros y hábiles para tomar decisiones difíciles.
Las promesas incumplidas son declaraciones o compromisos que no se materializan una vez en el poder y todavía se preguntan: ¿por qué hay desconfianza y frustración en la población?, ojalá se dieran un respiro para contrastar hoy lo que dijeron en campaña.
Cuando un líder se ocupa de discursos tele transmitidos tediosos y de señalar a su antecesor, no ha entendido que debe ser la solución, pues las quejas y buscar culpables son asunto del pueblo, los candidatos aspiran y los elegidos gobiernan.
Cada frase, cada palabra, cada compromiso después de una campaña, hacen parte del “cambio”, esa eterna promesa que casi ninguno jamás mantiene, el reto para los que vendrán mañana.
Por: Freddy Serrano Díaz
Estratega Político