Un equipo de investigadores ha descrito por primera vez el mapa completo de las conexiones neuronales del procesamiento emocional de los estímulos olfativos en ratones, en un estudio que publica Journal of Comparative Neurology
Los expertos de las universidades españolas de Valencia y Jaume I de Castellón han caracterizado el circuito nervioso del núcleo cortical anterior de la amígdala, hasta ahora parcialmente desconocido, según un comunicado.
El trabajo caracteriza la relación entre este núcleo y las otras estructuras de las cuales recibe información, así como con las zonas del cerebro a las cuales envía información.
Enrique Lanuza, investigador del Departamento de Biología Celular, Biología Funcional y Antropología Física de la Universidad de Valencia, destaca que la información olfativa tiene un valor emocional intrínseco.
“Este trabajo muestra que esta información llega directamente al núcleo cortical anterior de la amígdala, el cual está directamente interconectado con zonas que procesan información feromonal (que en roedores juega un papel clave en el comportamiento sexual) y también con núcleos relacionados con comportamiento defensivos y agresivos”, dice el experto.
Además, apuntó que ese núcleo olfativo de la amígdala se encuentra conectado con regiones que se ha demostrado que están implicadas en aprendizaje pavloviano, es decir, asociar un estímulo neutro con una recompensa o una experiencia negativa.
“A pesar de que los experimentos se han realizado en ratones, estas zonas del cerebro se encuentran evolutivamente muy conservadas, y por lo tanto es razonable esperar una importante similitud con el cerebro humano”, explicó Lanuza.
Además, “los olores son estímulos particularmente evocadores, y muy a menudo agradables o desagradables, de forma que evitamos estar en lugares donde huele mal. Así, oler bien es una buena carta de presentación social”, dijo el profesor de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad.
El experimento se realizó con 15 ratones hembra Mus musculus, la especie de este roedor más común, según las mismas fuentes.
El equipo realizó la inyección intracerebral de trazadores (moléculas inertes), detectables por la emisión de luz fluorescente o por sus características químicas.
De esta forma, gracias al rastreo de estas moléculas, el equipo investigador observó cuáles son las conexiones de esta estructura clave en el procesamiento del valor emocional de los olores.