El fósil marroquí de Yebel Irhoud, cuya antigüedad fue dada a conocer esta semana por la revista Nature “confirma el origen panafricano del ‘Homo sapiens'”, según dijo hoy en Rabat el profesor marroquí Abdeluahed Bennacer, co-autor del descubrimiento, al presentarlo por vez primera en su país.
En una conferencia de prensa en la Academia del Reino de Marruecos, Bennacer destacó los elementos que hacen de los fósiles de Yebel Irhud (una zona situada a unos 120 kilómetros al noroeste de Marrakech) un descubrimiento “especialmente meritorio”.
Primero, porque “echa atrás 100.000 años la aparición del ‘Homo sapiens”, que ahora sitúan hace 315.000 años, cuando hasta ahora los más antiguos estaban datados en hace 195.000 años.
Segundo, por tratarse de “un sitio generoso”, con 22 restos humanos de al menos cinco individuos (tres adultos, un adolescente y un niño) y “en excelente estado de conservación”. Y tercero, por el abundante “aparato lítico” (herramientas de piedra) encontrado alrededor.
Una de las grandes ventajas del yacimiento es que todos los restos, entre los que hay cráneos, mandíbulas, huesos coxales y un húmero, han sido encontrados en el mismo corte estratográfico, en la llamada “bolsa número 7”.
Yebel Irhoud no es un yacimiento desconocido en el ámbito de las ciencias naturales: fue descubierto en los años sesenta del pasado siglo cuando Marruecos explotaba una mina de baritina, y ya entonces aparecieron varios individuos de la época neandertal, pero más tarde el lugar fue abandonado.
Gracias a un programa de cooperación financiado por Francia con el Instituto Max Planck de Leipzig, las excavaciones se reactivaron en 2004.
Fue entonces cuando comenzaron a aparecer nuevos restos “en forma concrecionada”, precisó a Efe el profesor, que detalló que estaban recubiertos de arcilla y de material calcáreo, o “totalmente aplastados, como en el caso de un cráneo”, por lo que necesitaron un trabajo de interpretación, posteriormente de reconstitución virtual y por último de reconstitución física, que llevaron “varios años”.
Hecha su datación con dos métodos distintos, quedó claro que la edad de los restos era de 315.000 años, lo que adelanta en casi 100.000 la aparición del “Homo sapiens” en la tierra.
El cráneo y la mandíbula presentados en Nature presentaban la ventaja única de que fueron encontrados, aunque hechos añicos, uno al lado del otro, lo que permite suponer que era un único individuo.
Para Bennacer, que descubrió los fósiles en asociación con Jean Jacques Hublin, autoridad mundial en la materia, lo más relevante ha sido ver que los cráneos presentan una disposición morfológica moderna, similar a la del ser humano actual”, tanto en la dentadura como en la forma de la cara (más reducida que en las especies más antiguas) y en el tamaño más grande del cerebro, reseñó Efe.
Pero Bennacer puso sobre todo el acento en el carácter “panafricano” del “Homo sapiens”, ya que los fósiles de Irhoud se emparentan con los de Eliye Spring de Kenia (195.000 años) pero también podrían relacionarse con los de Florisbad, en Sudáfrica (260.000 años), aunque este último es un “Homo helmei” y no sapiens.
Y en referencia a todo el material lítico encontrado en Irhoud (varios sílex, principalmente), Bennacer fue más lejos: “Hubo una transferencia continental de saberes líticos a partir de hace 300.000 años”, dijo, apoyándose en el hecho de que no existía el obstáculo del desierto del Sáhara y la circulación por el continente era fluida.