El papa Francisco “iluminó” con su presencia, ejemplo y reflexiones la vida consagrada de los 12.000 religiosos que se concentraron en Medellín para afianzarse como pastores con “olor a oveja” y guiar a sus comunidades hacia la reconciliación.
En el Centro de Eventos La Macarena, donde son lidiados toros en temporada taurina y también escenario de conciertos de grandes artistas como el español Miguel Bosé y el boricua Marc Anthony, sacerdotes, religiosas, consagrados y seminaristas tuvieron un emotivo encuentro con el obispo de Roma, que enfatizó en que no se puede “servir a Dios y al dinero”.
Junto a las reliquias de la madre Laura, primera santa colombiana, canonizada por el papa Francisco en el inicio de su apostolado, fueron subrayadas las prioridades en la vida consagrada de los religiosos que con júbilo y cantos esperaron por horas el encuentro con su máximo guía para pedirle su “bendición paternal”.
“El papa es una fuente de inspiración muy grande para mí porque se ha untado de pueblo con su lema de ser pastores con olor a oveja, pastores metidos en el pueblo”, dijo a Efe el sacerdote Jhonny Guarín, de la diócesis Sonsón-Rionegro (Antioquia).
A él y a los otros religiosos les llegó cada palabra que soltó el papa argentino, tras su ingreso por un camino de flores, con la bandera colombiana de fondo y el lema “bienvenido a un encuentro de fe”, con la que se empezó a tejer una reunión basada en la alegría del evangelio, que los seminaristas avivaron con anticipación con el coro “esa es la juventud del papa”.
“Somos testigos de la importancia del perdón y la reconciliación como el camino de paz”, agregó Guarín, quien estudiando en Roma presenció la elección de Jorge Bergoglio como sumo pontífice y percibió que “él es uno de nosotros”.
La alegría entre los asistentes, que hizo a un espontáneo intentar entregarle a Francisco un ramo de flores, debió ser dosificada por cada oración y los cortos discursos que escuchó atento el sumo pontífice, que en su intervención habló del lavado de pies y de la importancia de servir, misión que se comprometieron a realizar con Santa Laura como ejemplo.
A cada uno le pasó ante los ojos su historia vocacional, en especial a la hermana María Elvira Castañeda, de la comunidad Pequeñas Apóstoles de la Redención, que ha sido apoyo para el barrio Santo Domingo Savio, marcado por la pobreza y la violencia, donde habitan “jóvenes inquietos”, de los que habló Francisco, al condenar a los “sicarios de la droga” que “trucaron” tantas vidas en Medellín.
“Hay que estar cerca de los más vulnerables; vivir desde la pobreza por el pueblo. Eso es lo que tenemos que hacer como consagrados”, expresó a Efe la religiosa, quien con su comunidad atiende niñez huérfana y abandonada, y acoge a ancianas en indigencia.
También, el sacerdote venezolano Gabriel Flórez, de la diócesis de Barcelona, que por un “milagro” logró juntar el dinero para viajar a Colombia con el propósito de afianzar su vocación, se mostró dichoso de haber podido, en el “declinar” de su vida, “estar junto al papa”, después de no conseguirlo en dos visitas a Roma.
“Cada palabra del santo padre ilumina mi sacerdocio, inspira mi vida y me invita a seguir luchando por mi país, que tanto necesita esta palabra de vida”, señaló a Efe Flórez.
Entre las reflexiones del papa argentino, que habló de vulnerabilidad, de no tener miedo y hasta de arepas (plato típico de la región), el padre venezolano se atrevió a soñar con que en un futuro Francisco pueda “ir (a Venezuela) para festejar la paz y la libertad, así como llegó a Colombia a darle un espaldarazo a la paz”.