Cerca de 38 presos inauguraron con sus obras una sala de exposiciones en el Centro Penitenciario La Paz del municipio de Itagüí, donde el arte fue presentado como el “verdadero camino” hacia la resocialización, la unión y la dignificación del ser humano privado de la libertad.
Este lugar, adecuado por los propios reclusos, empezó su historia con la exposición “Trazos de libertad”, que reunió distintas expresiones en cuadros y esculturas elaboradas por reclusos que, convertidos en artistas, plasmaron en sus obras la dureza del encierro y probaron que identidades antagónicas pueden congeniar.
Así le sucedió a José Luis Mejía, exguerrillero del Ejército de Liberación Nacional (ELN), conocido como “Byron”, quien no encontró “contradicciones” para realizar la obra “Reconciliación” junto a su compañero de reclusión Edgar Alexander Erazo, exintegrante del bloque Cacique Nutibara de las extintas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), otrora enemigas de la insurgencia.
“Dos hombres con distintas vertientes políticas fuimos capaces de construir este cuadro”, dijo a Efe Mejía junto a una pintura con cuestionamientos al modelo económico, “el mayor victimario del mundo”.
La experiencia le permitió a Erazo encontrar similitudes en lugar de diferencias entre pinceladas y charlas sobre literatura con quien en el pasado fue su enemigo.
“Por la clase de tipos que hemos sido nosotros, andamos prevenidos, pero no todo tiene que ser rejas y disputas. La cárcel nos enseñó a reconciliarnos”, relató a Efe el exparamilitar.
Poder plasmar pensamientos y sus férreas críticas ha llevado a “Byron” a exaltar la capacidad transformadora que tiene la nueva sala de exposiciones, que hasta el 30 de agosto tendrán exhibidas las obras de los reclusos, pues considera que este espacio es la “base” para lograr que en un futuro Colombia no tenga cárceles.
El espacio fue ideado por el dragoneante del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) Carlos Rojas Niño con el apoyo de estudiantes de artes de la Universidad de Antioquia.
“Acá tenemos a personas considerados por la sociedad como peligrosas que no sabía que tenían esas capacidades y logran sacar situaciones que los agobian y respirar arte, pese al hacinamiento”, comentó a Efe Rojas.
La sala de exposiciones, que por solicitud de los presos lleva su nombre, nació como un sueño para cerrar un ciclo de 16 años en el Inpec, desde donde luchó para evitar que las cárceles sigan siendo “cementerios de hombres vivos”.
Hay algunos artistas nacientes como Marlon Cartagena, un hincha condenado a 33 años por el asesinato de un seguidor de Independiente Medellín, que apenas lleva un cuadro en su historial, pero que ha descubierto un talento oculto y que la paz “puede ser una obra de arte” con una pintura en la que el protagonista lanza flores e invita a no estigmatizar.
Entre los avanzados está Julián González Vásquez, líder de la banda criminal Oficina de Envigado, condenado a 17 años por homicidio.
González exhibe una obra pictórica y de instalación que involucra tres pinturas en óleo y alambres de púa bajo el nombre de “Esto no es justicia, es venganza”, que nació como una crítica al sistema penitenciario que hoy no garantiza la integridad de los reclusos, informa Efe.
“En esta cárcel somos 1.000 internos y solo tenemos 330 camas”, contó este recluso, conocido como “Barny”, quien a los 38 años entendió que “nunca es tarde para descubrir habilidades” y con más de diez cuadros en su haber está dedicado a aprender nuevas cosas y a resocializarse.