Las malas noticias que llegan del Atlántico están haciendo de Argentina, en especial de los familiares de los 44 tripulantes del desaparecido submarino ARA San Juan, un pozo de angustia y dolor: “Yo lo único que quería era a mi hijo vivo”, cuenta el padre de uno de los marineros.
Tras ocho días de incertidumbre por no saber qué les ocurrió a sus seres queridos -todos profesionales de la Armada- para dejar de comunicarse y perderse en el océano, este jueves un jarro de agua fría ha caído en picado para todos los familiares y amigos de “los 44”, que aguardan entre lágrimas en la ciudad bonaerense de Mar del Plata, donde el submarino tenía que haber llegado hace cuatro días.
“Alrededor de las 11 de la mañana me llamó el jefe de mi hijo desde la base de Mar del Plata confirmando la explosión y que están todos muertos”, cuenta a Efe sin contener la tristeza Luis Tagliapietra, padre de Alejandro Damián, teniente de corbeta de 27 años.
“No puedo entender que en el comunicado oficial no digan la verdad, es increíble”, añade.
Y es que la Armada argentina, en su informe, en el que confirmó que se detectó una explosión en el mar el 15 de noviembre, día en el que desapareció el sumergible, pidió mantener una extrema “prudencia” y no se aventuró a decir cuál puede ser el estado de los tripulantes, ya que continúa la búsqueda de la nave.
“Son momentos muy difíciles para toda la familia”, narra por su parte y con la voz entrecortada la prima de Javier Gallardo, de 47 años y suboficial principal en el San Juan, una profesión que vivió desde siempre por ser hijo de un exsubmarinista y excombatiente de la guerra de las islas Malvinas, que enfrentó a Argentina y Reino Unido en 1982.
Hasta ahora, la sensación general de los allegados a los 44 marineros y que mantiene en vilo al país entero es la de consternación por no entender nada de lo ocurrido.
No obstante, algunos de los familiares ya han vertido duras críticas contra la actitud de la Armada tras conocerse la desaparición de la nave -por una supuesta lentitud de reacción y la forma de transmitir la comunicación- y a las autoridades del país por el supuesto mal estado en el que se encontraba el aparato.
“Mandaron una mierda a navegar”, afirmó ante la prensa Itatí Leguizamón, esposa del radarista Germán Oscar Suárez, al tiempo que reveló que en 2014 el submarino, de fabricación alemana e incorporado a la Armada en 1985, ya sufrió otro incidente grave “y no pudieron emerger”.
“No viene de ahora, viene de hace 15 años atrás”, de los “15 años de abandono que tiene la Armada”, aseguró la mujer, para quien la responsabilidad “es de todos”, tanto del Gobierno anterior como del actual, ya que a su juicio, desde los años 70 “nadie invierte un peso” en la fuerza naval. Efe