Los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldrin plantaron una bandera de EEUU en la Luna en julio de 1969. Ese gesto no supuso ninguna reclamación territorial sobre el satélite porque lo prohibía expresamente el Tratado del Espacio Exterior, de cuya entrada en vigor se cumplen hoy 50 años.
El Tratado comenzó a aplicarse el 10 de octubre de 1967, en plena Guerra Fría y con el temor de que la carrera nuclear entre EEUU y la Unión Soviética se trasladara a la órbita terrestre.
De ahí que se acentuara que la exploración espacial tenía carácter pacífico en beneficio de “todos los pueblos”, y se definía a los astronautas como “enviados de la humanidad”.
“El Tratado sobre el Espacio Exterior de 1967 establece los principios fundamentales del derecho espacial internacional”, explica a Efe la directora de la Oficina de Naciones Unidas para el Espacio Exterior (Unoosa), Simonetta Di Pippo.
El documento recoge la libertad de exploración, establece que ni la Luna ni ningún otro cuerpo celeste está sujeto a “apropiación por una demanda de soberanía, mediante el uso, la ocupación o por cualquier otro medio”, añade Di Pippo, responsable de la agencia de la ONU que vela por que se cumpla este tratado.
También prohíbe ensayos y el despliegue de armas nucleares y de de destrucción masiva y se vetan maniobras y bases militares en el espacio, algo que nunca se ha violado en este último medio siglo, destaca la experta.