Indicios de la erosión fueron encontrados en el 82 por ciento de las 499 playas que posee Cuba a partir de una evaluación para diseñar un plan estatal de enfrentamiento al cambio climático, según datos divulgados hoy por medios de la isla en vísperas del Día Mundial del Medio Ambiente.
Estudios realizados por especialistas del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) de la isla sobre el impacto del cambio climático han revelado que el ritmo de retroceso de la línea costera de playas arenosas cubanas es de 1,2 metros por año.
Como resultado de esas investigaciones, los expertos han llegado a la conclusión de que existen varios efectos del cambio climático “perceptibles” que operan directamente sobre el país caribeño.
Entre ellos, señalan el ascenso “lento y constante” del nivel del mar que se prevé podría elevarse hasta 27 centímetros para el año 2050, de acuerdo a un artículo que publica la edición dominical del periódico Juventud Rebelde.
“El ascenso del nivel del mar afecta las zonas costeras, donde se desarrolla el grueso de la vida del país. Representa una amenaza que, además de expresarse en condiciones normales, se exacerba en caso de huracán”, indicó el secretario del Grupo de Cambio Climático del Citma, Orlando Rey Santos.
En el caso de la temperatura media anual en la isla, esta ha subido casi un grado centígrado desde la mitad del siglo XX, mientras que la primera década del XXI estuvo entre las más cálidas de la historia.
A ello se suma que hoy que el archipiélago cubano cuenta con el 20 por ciento menos de agua que en 1990, y las previsiones advierten que la disponibilidad de ese líquido vital se reducirá un 37 por ciento para el año 2.100.
En la actualidad una intensa y prolongada sequía afecta el 71 por ciento del territorio cubano debido a la escasez de lluvias durante un largo periodo seco lo que ha provocado limitaciones en 296 fuentes de abastecimiento de agua y afectaciones a casi un millón de personas.
Como consecuencia del cambio climático, dentro de la naturaleza cubana también se han detectado comportamientos anómalos en la flora y la fauna.
La bióloga marina Dalia Salabarría se refirió a la alteración en las épocas migratorias de algunas especies, como el cangrejo rojo en Guanahacabibes, en la provincia occidental de Pinar del Río, que tuvo dos meses de adelanto y se alejó cerca de dos kilómetros.
Además citó un decrecimiento en la producción de miel en la central Ciénaga de Zapata, a causa de un cambio fenológico de las plantas melíferas, que han variado su período de floración.
La especialista, jefa del proyecto para el manejo de especies exóticas invasoras, consideró que uno de los ejemplos más asombrosos de la “influencia palpable” del cambio climático es lo sucedido con la especie “Scaevola sericea”, un tipo de vegetación de costa arenosa que luego del huracán Iván (2004), apareció casi simultáneamente en Guanahacabibes y en la Ciénaga.