Suele suceder con las gobiernos, incluso desde las mismas campañas, que nuestros lideres se hacen acompañar de un robusto grupo de asesores, esos que con su expertis muestran un camino… ellos hablan, pero a veces no hay quien atienda recomendaciones.
Los seres humanos, especialmente los que se involucran en política, a menudo escuchan poco y se enfocan en expresar ideas propias, opiniones; negándose a entender a los demás, al parecer no construyen relaciones significativas más que con ellos mismos.
Algo en su interior les incita a hablar, a no quedarse callados, les crea un ruido que impide escuchar, mientras tanto los que asesoran, lidian con personalidades y situaciones, emplean su habilidad de empatizar para hacerse notar y trazar un rumbo, a veces sin timonel.
Las expectativas son realmente altas y, ¿por qué no?, poco realistas, la presión y el estrés hacen mella, la terquedad es un lugar común pues algunos políticos arrogantes y soberbios, asumen un comportamiento dominante, donde lo que cuenta es tener la razón.
Hablar sin escuchar se volvió la conducta recurrente de casi todos, indistintamente de sus ideologías, se niegan a comprender a otros, a fortalecer relaciones interpersonales, a tener respeto y consideración hacia las personas que comparten sus pensamientos.
La comunicación efectiva es escuchar y construir conexiones significativas, a veces hay quienes creen que ganar con mínimas diferencias basta, pues bien, nada más distante de hacerlo bien, esto no es otra cosa que saber priorizar.
Llego el momento de asumir que el peor enemigo del talento es la vanidad, es simple, el hábil discreto no necesita réplica y sabe escuchar.
Por FREDDY SERRANO DÍAZ
Estratega Político.